Un momento, ¿eso era una puerta cerrándose? Aunque resultara increíble, a Daniela le parecía que la casa le estaba transmitiendo algo. Un mensaje. Un mensaje como "Tienes que cuidarme, es tu obligación" Aquellas palabras resonaron en su cabeza como si fueran voces en una cueva ¡Qué cosa más rara!
Días después, Daniela había acabado de desempaquetar su mobiliario y había limpiado a fondo la casa, solo por si acaso. Lo cierto es que notaba que la casa estaba contenta, como si le gustara que hubiera alguien nuevo cuidándola y limpiándola. Aunque, Daniela siguió oyendo voces que le decían cosas como "Limpia un poco más detrás de la mesa del salón", "¡No eches tanta harina a la masa!, "Me gusta que me rasquen las tablas de madera"... Cosas así.
Un día, Daniela comenzó a sospechar. Había vuelto del trabajo, con un jamón que le había regalado su compañera. Había regresado a la vieja casa sin darse cuenta de que varios perros callejeros la habían seguido con mirada hambrienta. Justo cuando había abierto la puerta de su casa, había entrado y se disponía a cerrar la puerta, todos los perros saltaron a la vez. Bajo la mirada de una Daniela petrificada, la puerta se cerró de golpe, sola.
Durante unos segundos, Daniela siguió quieta, muy quieta, con la mirada fija en la puerta. "¿Es posible que...?", pensaba con los ojos muy abiertos. "...se haya cerrado la puerta sola?" respondió una voz, dentro de la cabeza de Daniela. "¿¡Qué!?", chilló asustada. Pero nadie respondió. "¿Alguien me oye?", pensó mentalmente. Esta vez sí que contestó alguien. Alguien muy enfadado. "¡Pues claro que sí! Llevo días intentando hablar contigo, pero no me contestabas!"
Un rato después -después de que Daniela se hubo tranquilizado- la "extraña voz" y ella estaban charlando alegremente. Al parecer, lo que había estado oyendo desde que llegó no era más que la voz de su propia casa.
La voz de la casa era de lo más útil, sobre todo cuando se trataba de consejos para cocinar, limpiar, ordenar...al fin y al cabo, era una casa. La familia de Daniela había vivido desde hacía generaciones en aquella vieja casa. La ayudaba a veces abriendo o cerrando los grifos, encendiendo el horno, abriendo puertas...
Algún tiempo después, Daniela recibió una carta diciéndole que había recibido un ascenso, y que la trasladaban a otra ciudad. Sin duda, tendría que abandonar su querida casa. ¿Qué elegir? ¡Llevaba años esperando ese ascenso, pero no quería dejar la casa de la que se había hecho tan amiga! ¡Qué dilema!
Le contó su problema a la casa, que la escuchó atentamente. "Deberías irte a tu nueva ciudad", le dijo, no sin tristeza "yo estaré bien siempre y cuando me visites algunas veces." "¿Estás segura?", preguntó. "Sí", le contestó. Daniela asintió lentamente y empezó a hacer las maletas. Le prometió a la casa ir siempre a visitarla en vacaciones. Por lo que yo sé, Daniela sigue yendo a su viejo caserón siempre que puede.
Un rato después -después de que Daniela se hubo tranquilizado- la "extraña voz" y ella estaban charlando alegremente. Al parecer, lo que había estado oyendo desde que llegó no era más que la voz de su propia casa.
La voz de la casa era de lo más útil, sobre todo cuando se trataba de consejos para cocinar, limpiar, ordenar...al fin y al cabo, era una casa. La familia de Daniela había vivido desde hacía generaciones en aquella vieja casa. La ayudaba a veces abriendo o cerrando los grifos, encendiendo el horno, abriendo puertas...
Algún tiempo después, Daniela recibió una carta diciéndole que había recibido un ascenso, y que la trasladaban a otra ciudad. Sin duda, tendría que abandonar su querida casa. ¿Qué elegir? ¡Llevaba años esperando ese ascenso, pero no quería dejar la casa de la que se había hecho tan amiga! ¡Qué dilema!
Le contó su problema a la casa, que la escuchó atentamente. "Deberías irte a tu nueva ciudad", le dijo, no sin tristeza "yo estaré bien siempre y cuando me visites algunas veces." "¿Estás segura?", preguntó. "Sí", le contestó. Daniela asintió lentamente y empezó a hacer las maletas. Le prometió a la casa ir siempre a visitarla en vacaciones. Por lo que yo sé, Daniela sigue yendo a su viejo caserón siempre que puede.
FIN